Su nombre es Rossie, está divorciada y no ha gozado de un hombre hace ya mas de 24 años, esta a punto de cumplir 50, un hijo ya mayor, dos fabulosos pechos que son mi lujuria y mi admiración, más un trasero pequeño pero bien parado y duro, cabellera rubia, piel blanca, ojos verdes, uñas largas y bien delineadas, en una palabra una tía con un hermoso cuerpo a pesar de los años. A ella la conozco desde hace aproximadamente 7 años, en que llegue a esta ciudad a trabajar. Compañeros de oficina todo este tiempo compartiendo experiencias laborales y amicales ya de un tiempo a esta parte, por lo que existe una relación de mucha confianza entre los dos, pero siempre como amigos y confidentes tambien, lo cual a veces me hace fantasear con ella por todo lo que nos contamos, por todo lo que nos acercamos. Pero desde hacía un tiempo empecé a notar que ella, muy sutilmente, cada vez que nos veíamos me buscaba mucho con su mirada cuando manteníamos una conversación en la oficina, el cafetín, o en otro lugar donde quiera que hubiese algun evento en donde estar juntos, pero yo trataba de disimular para no armar ningún problema ya que mi esposa es un tanto celosa, además siempre hay el peligro de los comentarios mal intencionados de parte de la gente y eso seria muy enbarazoso en nuestro centro de trabajo.
Pero aquella noche de mi cumpleaños todo fue muy distinto, con mi esposa la invitamos a cenar a casa para celebrar. Primera sorpresa: verla llegar sola sin su hijo que generalmente la acompaña a donde sea, y la segunda sorpresa más grata aún fué que Rossie llegó vistiendo una malla negra semi transparente y sin brassiere, pero con una delgada blusa abierta floreada en verde a manera de saco de gaza por encima, muy "fresh" ya que nos encontrabamos en verano y la temperatura era elevada por lo que no me pareció demasiado extraño.
Al verla y ver en particular esos hermosos pechos practicamente desnudos mostrándome la sombra de sus pezones me provocó una involuntaria erección que intenté disimular a toda costa, cosa que por la mirada de Rosa no logré, ya que me sonrió muy cómplice. Ya en el ascensor ibamos hablando en tono de broma un poco fuerte, aproveché un segundo de distracción y le susurré al oído lo guapa que estaba, lo cual le agradó pues me lo agradeció con un beso en la mejilla.
Yo no lograba terminar de entender su actitud, pues a pesar de nuestra confianza nunca esperé que actuara de manera tan seductora conmigo. La cena se desarrolló de una forma muy normal, con charlas sobre temas comunes, pero con algunas miradas cómplices entre ambos y con algunas erecciones mias al ver los senos de mi amiga al servirse la comida o la bebida, ya que se le abría su blusa y dejaba toda su belleza a mi vista. Yo intentaba por todos los medios disimular mi calentura, pero cada vez se me hacía mas difícil ocultar mi erección. Lo interesante ocurrió cuando mi esposa propuso ir a comprar helado para saciar en parte el calor. Yo dije que no tenía ganas de salir y que estabamos mejor asi, pero ella insistió tanto que al final decidio ir al mall a comprarlo sin mucha demora, a lo que Rosa dijo que aprovecharía para llamar a su casa para ver como estaba su hijo. Yo sabía que a partir de ese momento disponía de aproximadamente 30 o 40 minutos para llevar a cabo cualquier locura, pues aunque el mall queda relativamente cerca, mi esposa siempre se entretiene viendo novedades u otras cosas que termina comprando.
Mientras hablaba por teléfono no dejé de mirarla, estaba de rodillas sobre el puff y apoyaba sus codos sobre el mostrador del recibidor donde estaba el telefono. Sus pechos redondos colgaban como dos gotas de leche, y su culito se mostraba mas redondo y delicioso todavía. A esa altura ya con descaro no sacaba los ojos de ese hermoso par de pechos rosados, miradas que fueron correspondidas a través del espejo lo cual me iba poniendo más caliente aún. Cuando terminó de hablar por teléfono, me hizo el comentario de que tenía mucho calor y salió rapidamente al balcón, yo me acerqué por detrás de ella y le hice sentir mi miembro erecto y duro dentro de mi pantalon; le dije que eso era muy fácil de solucionar, que se quitara el saco y su calor sería saciado en parte, ella respondió que no podía porque iba a quedar practicamente desnuda ante mis ojos y ya había visto como la había estado mirando durante la cena por lo que eso podía llegar a ser muy peligroso. -"Lo que pasa Rossie es que hoy estas terriblemente sexy"- le dije, -"Y si usas esas transparencias no debes hacerlo a medias tintas"-, "tienes razón, me sacaré la blusa hasta que ella llegue"-. Cuando tuve ante mí semejantes hermosos pechos no pude evitar decírselo, a lo que respondió: "Te dije que era peligroso". "Es que hace tiempo que deseo morderte las tetas, Rossie", le respondí.
En ese momento ella dudó un poco de su actitud e intentó entrar nuevamente al living, entonces la tomé de la cintura y acercándola a mi pene que se encontraba totalmente duro le dije: -"Rossie voy a besarte toda y te voy a coger en este mismo instante". Ella intentó soltarse, entonces tomé con mis manos ambos senos y comencé a besarla en el cuello, su resistencia poco a poco empezó a ser cada vez menor, desabroché su falda mientras seguia besándola en el cuello, para ese momento Rossie ya estaba ardiendo y me decía que hacía tiempo que estaba caliente conmigo.
Luego se dio vuelta y mientras yo le besaba una de sus tetas y acariciaba la otra con mi mano, bajó el cierre de mis pantalones jean y sacó a la luz a mi enorme pene que a esa altura estaba que explotaba y empezó a masturbarme. Entramos al living, me sentó en el sillón y me hizo una mamada espectacular, con la cual me corrí en su boca. Lucía preciosa con mi semen en su boca entre abierta y salpicado en su rostro y en su rubio cabello. Rossie se tragó toda mi leche para no dejar rastros y me siguió mamando a pesar de mi corrida. Después levantó su falda, se recogió el calzón y me colocó su clítoris en mi boca, y yo no paraba de besar esa concha rosada, rubia y bien cuidada como si fuese la última vez en mi vida, cosa que Rosa correspondió ya que se corrió rapidamente con mi lengua. Mi pene ya estaba otra vez en guardia, le pedí que se colocara en cuatro patas sobre el sofá y me dejara penetrarla por detrás, logré así un par de corridas más con mi intima amiga, mientras tanto con mis dedos le acariciaba el agujerito de su trasero y comencé a meterle un dedo mientras le hacía el amor, luego de las corridas y cuando noté que su culo estaba listo le dije: -"Ahora te voy a encular Rossie, grandísima perra"-, ella primero se negó, pero su calentura era tal que luego me pidió que lo hiciera despacio ya que nunca antes la habian cogido por el trasero. Le dije que sería tierno y cuidadoso con ella para darle confianza, y empecé a penetrar su pequeño pero hemoso culo despacio como ella me había pedido, una vez que entró la cabeza de mi pene arremetí contra ella hasta que mis bolas chocaron con sus blancas nalgas, arrancándole muchos gritos de dolor y placer que me excitaron aún más, y empecé con el mete y saca en su trasero que me apretaba hasta que nos corrimos juntos. Luego nos besamos enjuagando nustras lenguas de manera muy dulce y nos fuimos a lavar y a acomodarnos la ropa.
En ese momento me confesó que nunca había gozado de esa manera, ni con el que fué su marido siquiera, a lo que respondí que esto era el comienzo ya que en los 40 minutos que tuvimos, todo lo habíamos hecho muy a la apurada. Unos minutos después llegó mi esposa con el helado y nosotros como si nada, la esperamos escuchando música y conversando. Comimos el helado, seguimos charlando de pavadas, nuestras cómplices miradas siguieron cruzándose, lo cual me ponía como loco, eso hizo que permaneciera con una erección terrible durante el resto de la velada. En algún momento de la noche Rosa y yo nos cruzamos en la cocina y ella acarició suavemente mi duro pene al pasar, con lo que casi me corro sobre el pantalón (hubiese sido un verdadero papelón). Luego de un par de horas Rossie se retiró, le pedí un taxi por teléfono, le di un suave beso en la mejilla de despedida lo cual ella aprovechó para colocar su mano en mis pantalones y despedirse de mi pene que tanto placer le habia dado minutos antes. Se fué y como yo seguía muy caliente aún, le regalé a mi esposa una hermosa noche de ardiente sexo, regalo que ella me agradeció ya que no se lo esperaba y yo lo necesitaba, después de algunas corridas, más de ella que mias, ya que yo venía con desventaja, nos dormimos abrazados.
Desde ese día Rossie y yo pasamos de ser amigos confidentes, a convertimos en amantes. Rossie siempre me gustó desde que llegué a esa oficina en donde ella ya laboraba tiempo antes, pero nunca supe hasta esa noche, que ella se calentaba pensando en mi tambien.
Desperdiciamos siete años, que ahora estamos gustosos de recuperar. Ahora ella es la jefa de la oficina, y eso aumenta mas mi morbo, ¿quien no sueña con acostarse con su jefa y dejarla satisfecha y cumplida a merced de uno?. Estamos recuperando el tiempo perdido de la manera mas deliciosa que podamos imaginarnos ya que una o dos veces por semana nos encontramos para compartir horas de sexo infiel, con más tiempo para gozar y gozar.
Demás está decir que Rossie y yo somos más amigos que antes, y que ese fué el mejor regalo de cumpleaños de mi vida: tirarme a mi jefa.