lunes, julio 16, 2012

Mi Querida Ofelia (2)

Hoy regreso Ofelia de Barranca. Estaba intranquila y angustiada por aquello que no había podido contarme por teléfono. La fui a recoger al paradero de buses esperando a que llegara. Al vernos nos dimos un fuerte abrazo y la bese en la mejilla. Le pregunte y fuimos a un café cercano para conversar. Me dijo que estaba embarazada de cuatro meses y que el padre era su enamorado que la quiso llevar con él al extranjero. Me pareció extraño porque no le había visto hacía ocho meses pero ella me dijo que no. Vi su eco-grafía y era verdad. Ofelia lloraba mientras lo miraba desconcertado la eco-grafía. Me quede mudo sin saber que decirle, solo la abracé fuerte y en un momento levante su rostro y le pedí que me dejara darle un beso y ella con su carita triste me aceptó como si toda la vida hubiera esperado que se lo pidiera. 
Nos besamos entre sus sollozos y sus lágrimas. Nos besamos y no quise desprenderme de ella..... la besé muchas veces y ella no paraba de llorar. 
Nos levantamos de la mesa y pedimos un taxi para ir a casa.
Hubiera querido llevarla a otro lugar para estar con ella y hacerla sentir cuanto la quiero; pero fuimos a casa y ella estaba más nerviosa a medida que el taxi se acercaba al destino. La seguí besando y ella a mi, dejó de llorar y se limpió los ojos, y le di ánimo y fuerza para que pudiera decirle a mi madre y a su tía lo que tenía que decirles, ...... y la tuvo.


Mi Querida Ofelia (1)

Tomamos el bus de regreso como a las 03:00 de la tarde. Hacía sol. Al principio creí que no iría a la casa, que tal vez, se habría desanimado. A la 01:00 de la tarde llegó montada en su bicicleta, almorzamos con el resto de la familia y compramos los pasajes de regreso. 
Durante el viaje de regreso veníamos conversando de todo. Dos malos comentarios míos la hicieron enojar, sentados uno al lado del otro me dio la espalda. La primera vez aceptó mi disculpa, la segunda vez, ya no. No le hice caso y me volví yo también. Pasado un buen rato Ofelia me empezaba a tocar el pie con el suyo mientras yo me hacía el dormido. Hasta que de repente volví el rostro y la ví, no me dijo nada en palabras.... su sola mirada tierna y con falta de amor me decían mil cosas. Volvimos a conversar así, hasta llegar a Lima.
Ofelia estaba embarazada ya de dos meses, y nadie lo sabía.










El peor infierno que puedo imaginar es el dela no-existencia de la Soledad. La verdadera condenación infernal sería la de existir permanentemente acompañado; y tanto mas grave la tortura cuando más grande y numerosa la compañía.
Creo que la peor pena que se puede aplicar a un ser humano es la de vivir, siempre, sumergido en una multitud y perdida la esperanza de un rincón solitario. Característica que hace igualmente terribles el cielo y el infierno; y hacia donde vamos rápidamente en el planeta que habitamos.
L.