lunes, noviembre 16, 2009

Cachimbo 86-1

Cuando ingresé a la Universidad me sentía el dueño del mundo. Me sentía por encima de todo y con ganas de cambiarlo todo. Tambien sentía ganas de un cierto relajo despues de tanto estudiar en la preparatoria para el ingreso. Como ingrese en verano, el relajo me llamo mas la atencion.
Y asi empece mi carrera, entre libros que olian a billetes viejos que leia en la biblioteca entre horas de clases, y musica de los Smiths y los Rolling Stones que escuchaba echado en el verde grass de los jardines, despues de almorzar. Estaban mis compañeros de promoción del colegio a los que ya encontré ahi, mis compañeros de la academia que habían ingresado conmigo, y... los nuevos que recien empezaba a conocer en este nuevo mundo llamado "universidad".
La METAMORPHOSIS estaba recien empezando en mi. El tipo tranquilo, previsor, que no se arriesgaba nunca estaba a punto de morir, para adoptar una figura desenfadada dueña de si y controlador de cualquier situación que se presentase. Lo dije: me sentía el dueño del mundo. Eso creí hasta que....
Patricia me gustaba desde que estudiabamos en la Academia preparandonos para ingresar a la universidad. Bonita, engreída, de vida social activa, era el tipo de chica que cualquier cazador (chico) quisiera tener en su red. Ella tenía un enamorado mucho mayor que ella, un tipo que no le llegaba a los talones, mas parecia un mecanico de barrio que otra cosa. Rarísimo que estuviese con él pero en fin, asi empezaba este cuento. Durante el primer ciclo de clases la dejaba en la universidad a las siete de la mañana y la recogia a las seis de la tarde. Everyday. Pero nunca ingreso al campus universitario, o sería tal vez que ella nunca lo dejo, tendría verguenza. Katia y Magally pensaban igual, Gloria no opinaba de esas cosas y Ana Patricia lo conocia y nada mas. Sin embargo, Patricia no dejaba que nadie se le acercara mientras estuviera con el, como acostumbrada al castigo, o quizas pensando que solo ella decidia con quien estar.
Algunos meses despues me entere que ya estaba sola, asi que apunte mis naves y afile mis garras en pos de esa muñequita que me quitaba el sueño. Ella me gustaba, ¿enamorado? no se, pero me gustaba y queria estar con ella, asi de sencillo. Deje la economia de lado y todos mis libros de olor a viejo para concentrarme en ella, para elaborar el ritual perfecto que la atrajera hacia mi. Pero "no contaba con la astucia de un chapulin", un nerd que desde ya estaba echando a perder mis planes. El típico imbécil de la carita de sonso, el que no mata ni una mosca, el niño lindo sueño de cualquier mamá para su hija. Hable con el para sacérmelo de encima (es un decir), muy diplomaticamente. No entendió. Bueno, entonces será lo que tenga que ser.
Recuerdo que fue un sabado por la tarde. Ya antes habían habido un par de escaramuzas entres sus amiguitos y los mios, practicamente ya era negativamente famoso, pero eso no me importó. Aquel sábado se dieron todas las condiciones y no pare hasta romperle la cara dejándolo mas feo de lo que ya era. Un delincuente total. Pero al final eso no me sirvió de nada ya que, al final, Patricia no estuvo ni con el ni conmigo al que consideraba un prontuariado mafioso, porque ella "no era trofeo de nadie". Si, aun recuerdo esas palabras suyas en mi cabeza cuando se enteró de lo que había pasado. Lo hice por ella, pero no era lo forma y perdi hasta su amistad, y para siempre. El tipo "dueño del mundo" habia fallado.
Hoy, despues de veintidos años de todo esto, pienso que arriesgue mas de la cuenta. Pudieron haberme expulsado de la universidad si alguien de seguridad u otro alumno lo hubiera denunciado. Cosa rara. Aquel sabado de noviembre por la tarde, en aquella vereda que va del tontodromo al Cetuc, no habia ni un alma, nadies. Los únicos testigos el y yo, y los golpes en su cara.
Sin embargo, pisando nuevamente esa vereda, que no ha cambiado, siento la misma satisfaccion por haberle sacado la madre al imbécil ese, como hace veintidos años. La banca al lado de la vereda ya no es la misma de antes, las hojas de los arboles no son las mismas pero si los arboles, aquellos que me vieron en tal situación comprometedora y delincuencial. Muchas cosas han cambiado, pero mi satisfacción personal al recordar todo ello sigue siendo la misma.